Las cifras de los hoteles vitorianos bailaron el pasado mes al son de Marcus Roberts, Dianne Reeves o Paco de Lucía, entre otros artistas. El Festival de Jazz, por donde pasaron todas estas leyendas de la música contemporánea, animó «un poco» el balance de estos establecimientos y ayudó a repetir la estadística del año anterior. «No ha estado del todo mal pero tampoco hemos llegado a llenar», reconoce Leire Galilea, directora del Barceló Gasteiz.
Sus palabras coinciden con las reflexiones de otros responsables hoteleros de la ciudad y también con los números que aportan y que sitúan la media de ocupación en el 70% durante el mes de julio. La previsión para agosto es que caiga hasta el 60% si se suma el «casi completo» experimentado durante los días de La Blanca con el bajón posterior.
Desde la dirección de los diferentes hoteles de Vitoria reconocen que los resultados son «muy similares» a los de un ejercicio atrás, aunque entre uno y otro año aparecen ciertas diferencias. Una de ellas pesa sobre todas las demás: «Tenemos los mismos clientes, pero nuestros precios son ya mucho más bajos», reflexiona Carlos Nebreda, al frente del establecimiento Almoneda. Dormir en una de sus habitaciones individuales, con desayuno incluido, cuesta hoy 57 euros mientras que el pasado verano pasaba de los 70 euros.

Reservas al límite
Estíbaliz Sáenz de Buruaga, subdirectora del Ciudad de Vitoria, admite que las rebajas rondan entre «los 5 y 10 euros» y que aún así no han logrado que más personas pasen por su recepción. Ni siquiera ofrecer tres noches al precio de dos, como hacen en su establecimiento, resulta suficiente aliciente para que mejore la estadística aunque se presenta como «la única manera» de mantenerla. La capital alavesa «no es un destino de vacaciones y creemos por error que con unas tarifas mucho más bajas vamos a subir la clientela», razona Galilea, que recuerda que sus gastos -con los de personal o los productos- son los mismos o mayores que el verano pasado pese a estas promociones.
Pero parece que no existe otra solución posible para evitar que sus dormitorios queden vacíos. «Si quieres obtener rentabilidad no puedes aumentar los precios», confirma Pedro Castellanos, abogado de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Álava. La máxima a seguir en este caso es fomentar el atractivo de sus instalaciones a través de los más variados recursos, entre los que destaca el descuento por reserva anticipada que alcanza hasta el 30% de rebaja en ciertos hoteles. No obstante, la mayoría de los clientes llaman aún «a última hora» y los empresarios se ven obligados a «hacer otra oferta más para sacar la habitación y, al final, la gente se acostumbra a ello», lamenta Luis María Ogueta, responsable del General Álava, donde el porcentaje de ocupación en julio se situó en el 52%. «Y eso que se supone que es el buen mes», añade.
Durante La Blanca, fecha fija en el calendario, se registraron también numerosas reservas al límite. Precisamente, las estancias en el periodo festivo levantan un poco los resultados de este mes en los hoteles vitorianos sin lograr los buenos resultados del pasado julio. La ocupación de agosto rondará el 60% pero con matices: la semana festiva rozó el «lleno» -en especial durante el fin de semana, el viernes 6 y el sábado 7- y hay «un bajón» considerable tras la marcha de Celedón, coinciden en todos los establecimientos consultados. «Son los días más álgidos», constata Castellanos.

Plazas suficientes
El abogado de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Álava apunta, además, que tanto en julio como en agosto coincide un mismo tipo de cliente por los pasillos de los hoteles: «gente joven». Sin embargo, el resto del año «no hemos dado con un retrato robot que incentivar», lo que permitiría ajustar una oferta que suma ya «plazas más que suficientes para una ciudad como Vitoria».
Eso sí, si se tienen en cuenta todos estos factores -desde el número de habitaciones hasta los problemas económicos por los que a traviesan las familias-, «la ocupación es razonablemente buena para los tiempos que corremos», zanja. No obstante, los responsables hoteleros de la capital alavesa no pueden evitar hablar de «desplome» o «desastre» al analizar toda la temporada.