Hoteles y restaurantes han reducido el número de clientes durante los meses de junio y julio. Los visitantes extranjeros mantienen una actitud más conservadora a la hora de gastar su dinero en ropa, comida y alojamiento.
Ingleses, italianos, franceses y alemanes. Miles de visitantes siguen paseando por las céntricas calles de Barcelona aparentemente ajenos a la crisis que azota la economía del país. La realidad, no obstante, es muy diferente. Comercios, hoteles y restaurantes de la capital catalana han reducido sus ingresos respecto a los meses de verano del año anterior.
La falta de clientes nos ha obligado a reducir nuestros precios hasta un 3%; aun así, el número de pernoctaciones se ha reducido especialmente durante estos primeros meses de verano, afirma la portavoz de un hotel de cuatro estrellas situado en las Ramblas.
En época de vacas flacas, los turistas deciden visitar la ciudad sin gastarse grandes fortunas en alojamiento, comida o ropa. Prueba de ello es que, mientras la facturación de la gran mayoría de negocios está cayendo drásticamente, los servicios turísticos consiguen mantener estable el volumen de clientes. El personal del Bus Turístic, por ejemplo, no da abasto para acortar las largas colas que se forman en su parada de la Plaça Catalunya.
Establecimientos tan emblemáticos como el Café Zurich están sufriendo la crisis y reduciendo su volumen de ventas. Fundado hace más de ochenta años, y a pesar de estar ubicado en pleno centro de la capital catalana una de las zonas más demandadas de la ciudad, el número de clientes del café barcelonés ha caído en picado durante los dos primeros meses de verano. Las calles siguen estando llenas, pero cada vez son menos los paseantes que se sientan en la terraza para tomarse un café; ahora los clientes controlan mucho más su economía, explica uno de los trabajadores del local.
Esta situación se repite tanto en los establecimientos más baratos como en los más caros. Por primera vez guardamos botellas de vino a los clientes, que prefieren terminarlas al día siguiente, cuentan sorprendidos en un hotel de cinco estrellas de Barcelona. Rosa María Zaragoza, del Hotel Restaurant Castell d’Empordà , en La Bisbal d’Empordà , afirma que la ocupación se mantiene, pero el gasto promedio de los clientes cae una media del 18%. El hotel, que se nutre de turistas extranjeros, ha visto caer su facturación, tanto por el descenso del consumo como por las ofertas que se ha visto obligado a realizar.
Mar y montaña
El turismo de Girona está notando el impacto de la crisis. La provincia terminó el pasado julio con una caída del 10% respecto al mismo mes de 2008. Aunque la mayoría de territorios han registrado un volumen menor de visitantes, las zonas más afectadas han sido el Alt Empordà , con una caída del 20%; Girona capital, con un reducción del 12%; y zonas de montaña como la Garrotxa, el Ripollès y la Cerdanya.
Los primeros diez días de agosto también han concluido con un balance negativo: un 8% menos de visitantes y una caída del volumen de negocio del 15%.
Antonio Escudero, presidente de la Federación Hotelera de la Costa Brava, asegura que uno de los problemas principales que afecta al turismo es la fortaleza del euro. El bajo valor de la libra y el dólar ha reducido en gran medida la cifra de visitantes ingleses y americanos que deciden viajar a las costas de Catalunya. Para compensar la pérdida de visitantes anglosajones, Escudero apuesta por promocionar las tierras catalanas en Francia, país vecino desde donde se puede llegar a Catalunya sin necesidad de realizar largos desplazamientos.
El número de visitantes que apuestan por pasar sus vacaciones en la Costa Daurada también ha caído en los primeros dos meses de verano entre el 1 de junio y el 31 de julio, con un descenso del 14%. Hoteles, con un 16% menos de ocupación, y cámpings, con una reducción del 15%, son los sectores que más han notado el impacto de la crisis.
En plena recesión del turismo de costa, cada vez son más las personas que apuestan por el campo como alternativa a la playa o a las grandes ciudades. En Tarragona, el turismo rural ha crecido un 9% entre junio y julio. Octavi Bono, gerente y portavoz del Patronat de Turisme de la Costa Daurada i Terres de l’Ebre, asegura que el sector sigue vivo a pesar de la recesión que ha sufrido durante los últimos años. Bono sostiene que se viajará haya o no crisis. Ante este planteamiento, el gerente prevé una tendencia al alza en el mes de agosto que ayudará a revivir gran parte de los comercios del territorio.
Con la ocupación en horas bajas, el sector turístico de Lleida ofrece 52.776 plazas de alojamiento para este verano, lo que supone un incremento del 13% respecto a la oferta de hace seis años. El Patronat de Turisme de Lleida prevé que hoteles, cámpings y apartamentos finalicen el verano con unos niveles de ocupación âmuy similares a los del año anterior.
El verano de 2008 se cerrá con la visita de más de nueve millones de turistas a Catalunya, de los que 6,6 millones aún 72% del total de viajeros se alojaron en establecimientos hoteleros (ver cuadro).